Las
calificaciones, en educación obligatoria, clasifican, jerarquizan y
discriminan.
Las
notas son social y éticamente injustas.
Una mala calificación no depende
sólo del alumnado, puede deberse al entorno familiar, a los métodos
de enseñanza de los maestros/as,etc.
No se puede calificar a unos
niños/as, de buenos y malos estudiantes por una simple nota.
Lo que verdaderamente importa no es
una nota, sino, que los alumnos aprendan los objetivos que los
profesores se proponen a principios de curso, que aprendan con
ilusión y motivación, sin presión por aprobar o suspender un
examen.
Sería una buena propuesta para el
sistema educativo, enseñar sin calificaciones. Así los alumnos
aprenderían mejor, con más interés y tranquilidad, sin presión
por estudiar el tema que entra para el examen.
Las
calificaciones no favorecen la tarea de enseñar ni resuelven los
problemas del aprendizaje. La amenaza del suspenso no es eficaz para
provocar el deseo de aprender. La motivación debe emanar de las
propias actividades.
Tener una buena calificación en un
examen no significa que ese alumno haya comprendido todos los
contenidos de una asignatura, es cierto, que una buena nota puede
motivar al alumno a estudiar más para el próximo examen, pero esa
nota no nos dice si el alumno ha aprendido realmente, pues lo
habitual que se hace para aprobar un examen, es estudiar de memoria
lo que va a entrar sin importar la compresión.
Por ello la mejor calificación, es
que los alumnos trabajen y comprendan los contenidos de cada materia,
que realicen trabajos en grupo para luego exponerlo, que busquen
información, etc.
El
que no todos los estudiantes obtengan el título de graduado
constituye una injusticia.
La
educación obligatoria y comprensiva debe estar exenta de titulación.
Los alumnos que hayan podido superar
con éxito todo los cursos escolares se merecen un título como
recompensa, en el cual, se reconozcan los méritos escolares de cada
uno.
No todos los alumnos obtienen el
título de graduado a la misma vez, ya que cada uno tiene un ritmo de
aprendizaje diferente; pero no por este motivo, la persona que tarde
más en conseguir el título, no tiene derecho a obtenerlo ya que
todos merecemos un reconocimiento académico.
Segregar
a los peores estudiantes podría mejorar el “nivel” de la
minoría, pero reduce el del conjunto de la sociedad.
Una
sociedad es tan avanzada como lo sea el último de sus ciudadanos.
No es correcto esta segregación, ya
que si se lleva a cabo, se provocaría un aumento mucho mayor de
fracaso escolar porque no sienten motivación por destacar entre los
mejores.
En el caso de que a este grupo lo
mezclen con los “mejores” se motivarían más, ya que verían que
los demás tienen metas y objetivos mucho mayores a los que tienen
ellos. Entonces, se motivarían por el estudio.
Democratizar
la escuela es tener la oportunidad de participar activamente en ella
sin sanciones.
Las
diferencias de capacidad y de origen social no pueden ser un motivo
de segregación.
La libertad de expresión se debe
llevar a cabo pero hasta un cierto punto, ya que aunque hay libertad,
pero siempre respetando cada uno sus roles, es decir,
profesor-alumno;alumno-profesor.
Las segregaciones en la escuela no
se deben realizar debido a que aumentaría el fracaso escolar, a la
vez que aumentaría las buenas notas ya que no se verían influidos
por el grupo de “los malos”.
Pero lo que el sistema educativo
pretende es que haya igualdad para todos, sin tener en cuenta el
ritmo de aprendizaje del alumnado, el tipo de razas y culturas, …
La
evaluación debe consistir en orientar a nuestros alumnos y nuestras
alumnas sobre cómo pueden mejorar. También supone analizar nuestro
propio trabajo docente para encontrar cooperativamente, profesorado y
alumnado, respuestas más adecuadas a los problemas del aula.
La evaluación es como un
seguimiento que el profesorado realiza para saber si la metodología
que está llevando a cabo es la correcta o no, y de esta manera,
saber si debe cambiarla.
Este análisis no solo es para los
alumnos que comprueban la evolución de su rendimiento escolar, sino
también para los profesores. Por ejemplo, si en un aula, al realizar
un examen hay pocos suspensos, el problema es de los alumnos que no
han estudiado suficiente; si al realizar un examen, toda la clase
suspende, el problema ya no sería de los alumnos sino del mismo
profesor.
En ambos casos, las medidas son
llevadas a cabo por el docente, ya que cada uno de ellos tiene la
obligación de dar todas las respuestas adecuadas y de solucionar
todos los problemas que en su clase se van ocasionando según va
transcurriendo el curso.
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