A vueltas con los exámenes como método de evaluar.
Hace unos meses publiqué una entrada “¿Evaluar con exámenes?” que era fruto de un cabreo de un momento determinado. Algo había pasado en el trabajo o en alguna conversación sobre los dichosos exámenes que me pusieron de mal humor y, como tantas veces, en lugar de pagar al psicólogo, escribo en el blog que es más barato. Me desahogué.
Alguien (@desequilibros) lo cogió de Twitter y lo puso en Menéame, a la gente le gustó aquello y las entradas al blog y los comentarios se dispararon exponencialmente. Para mí que un comentario es un éxito, ver 96 a una entrada me puso los pelos de punta. No te cuento el número de visitas que supera en muchísimo lo usual en mi blog. Del orden de más de 10.000. Muy evidentemente el tema tiene pertinencia y sigue siendo actual. Qué pena.
¿No habíamos llegado a un consenso que recoge la Ley, por cierto, de que la evaluación continua es la única forma más o menos justa de evaluar? Pues la evaluación continua y el examen son contradictorias de pleno.
Hace muchos años, como 15, que no hago exámenes. Justo a estas alturas del curso, algunas horas de trabajo paso algunos ejercicios o actividades evaluables. Se realizan en clase y, muy importante, se corrigen en clase, se las corrigen ellos, más bien. Después de una batería suficiente de pruebas parciales, el alumno tiene de sumar resultados una visión clara de si ha alcanzado los objetivos, se ha quedado corto, o lo domina. Para mí, esa asunción responsable y personal es más valiosa que la que pueda tener yo mismo.
Si al final de curso, después de ese proceso, miras a los ojos a un alumno o alumna, habiendo sido honesto con ellos durante todo el curso, y no hay un alumno que mienta. Esa es la regla general, y lo demás excepciones. Pero ahora son un poco más dueños de su propia vida. No hay meta más alta.
Sí, en una ocasión, la primera por cierto y que se me quedó por ello, la recuerdo bien. Una alumna que me dijo que estaba para pasar y yo creía firmemente que no lo estaba. ¿Qué hice? Ceder. Pasarla. Y resultó que el grupo de personas que conformaba la clase cuajó de manera especial y sus relaciones perduran hoy, y lo hicieron mucho más los años que estuvieron en la Escuela Oficial de Idiomas, y cuando un grupo cuaja, la fuerza aparece. En el grupo, del que no la desgajé, avanzó mucho más que si se hubiera quedado “sola” y “descolgada” siguiendo la opción que, en aquel momento, yo creía más justa: que repitiera curso.
Hemos hecho un auténtico paripé que hemos impuesto como el justo, pero hace aguas por los cuatro costados. Evaluar a una persona con un 4,73, o cualquier otro numerito es una ordinariez. Pardiez. Evaluar sólo la memoria, una ordinariez.
Lo que creo de la justicia de los exámenes se explica perfectamente aquí:
Hace unos meses publiqué una entrada “¿Evaluar con exámenes?” que era fruto de un cabreo de un momento determinado. Algo había pasado en el trabajo o en alguna conversación sobre los dichosos exámenes que me pusieron de mal humor y, como tantas veces, en lugar de pagar al psicólogo, escribo en el blog que es más barato. Me desahogué.
Alguien (@desequilibros) lo cogió de Twitter y lo puso en Menéame, a la gente le gustó aquello y las entradas al blog y los comentarios se dispararon exponencialmente. Para mí que un comentario es un éxito, ver 96 a una entrada me puso los pelos de punta. No te cuento el número de visitas que supera en muchísimo lo usual en mi blog. Del orden de más de 10.000. Muy evidentemente el tema tiene pertinencia y sigue siendo actual. Qué pena.
¿No habíamos llegado a un consenso que recoge la Ley, por cierto, de que la evaluación continua es la única forma más o menos justa de evaluar? Pues la evaluación continua y el examen son contradictorias de pleno.
Hace muchos años, como 15, que no hago exámenes. Justo a estas alturas del curso, algunas horas de trabajo paso algunos ejercicios o actividades evaluables. Se realizan en clase y, muy importante, se corrigen en clase, se las corrigen ellos, más bien. Después de una batería suficiente de pruebas parciales, el alumno tiene de sumar resultados una visión clara de si ha alcanzado los objetivos, se ha quedado corto, o lo domina. Para mí, esa asunción responsable y personal es más valiosa que la que pueda tener yo mismo.
Si al final de curso, después de ese proceso, miras a los ojos a un alumno o alumna, habiendo sido honesto con ellos durante todo el curso, y no hay un alumno que mienta. Esa es la regla general, y lo demás excepciones. Pero ahora son un poco más dueños de su propia vida. No hay meta más alta.
Sí, en una ocasión, la primera por cierto y que se me quedó por ello, la recuerdo bien. Una alumna que me dijo que estaba para pasar y yo creía firmemente que no lo estaba. ¿Qué hice? Ceder. Pasarla. Y resultó que el grupo de personas que conformaba la clase cuajó de manera especial y sus relaciones perduran hoy, y lo hicieron mucho más los años que estuvieron en la Escuela Oficial de Idiomas, y cuando un grupo cuaja, la fuerza aparece. En el grupo, del que no la desgajé, avanzó mucho más que si se hubiera quedado “sola” y “descolgada” siguiendo la opción que, en aquel momento, yo creía más justa: que repitiera curso.
Hemos hecho un auténtico paripé que hemos impuesto como el justo, pero hace aguas por los cuatro costados. Evaluar a una persona con un 4,73, o cualquier otro numerito es una ordinariez. Pardiez. Evaluar sólo la memoria, una ordinariez.
Lo que creo de la justicia de los exámenes se explica perfectamente aquí:
Tras leer esta reflexión del blog de _Fernando García Gutierrez he de decir que hay temas con los que estoy de acuerdo y otros no me convencen tanto.
Estoy de acuerdo en que los exámenes no son la mejor manera de evaluar ni la única, claro está. Pero ¿las otras formas si lo son?, ¿ Se puede pasar a un niño/a de un curso a otro sin saber leer o sin saber sumar?. ¿Sabiendo que en el curso siguiente tendrá que aprender las multiplicaciones?. Dudas como estas son las que me surgen. A lo mejor el fallo está en la distribución por clases del sistema educativo. En pretender que todos , por el simple hecho de tener la misma edad, tengan que ir al mismo nivel, y eso si que lo veo injusto, pero por desgracia está establecido así.
Además me planteo..., cuando se sale de la escuela, constantemente nos están evaluando, que si selectividad, que si acceder a un trbajo... todo son calificaciones, décimas...
y es injusto, sí, pero es así.
Entonces si en la escuela no hay exámenes,¿ en un futuro nuestros alumnos sabrán moverse en la vida diaria con todo lo que ello conlleva?.
En cuanto a lo de hacer repetir a un niño/a de curso, y que esto sea perjudicial me hace dudar, ya que una vez vino a nuestra clase una profesora a darnos una charla y comentaba lo mismo que Fernando, que puede ser beneficioso pasar a ese niño/a aunque nosotros en un principio no lo pensemos así, ya que dejándole en el mismo curso podemos hacer que pierda la motivación y vaya a peor. Pero claro , pasándolo podemos hacer que se confíe y siga en el mismo plan. Pienso que lo que podemos y debemos hacer es intentar que ningún alumno/a se nos quede atrás, porque todos pueden. Debemos dedicarle a cada uno/a su tiempo, implicarnos con cada uno/a de ellos, y darle a cada uno/a lo que necesita. Porque en eso consiste verdaderamente nuestro trabajo.
En cuanto a lo de hacer repetir a un niño/a de curso, y que esto sea perjudicial me hace dudar, ya que una vez vino a nuestra clase una profesora a darnos una charla y comentaba lo mismo que Fernando, que puede ser beneficioso pasar a ese niño/a aunque nosotros en un principio no lo pensemos así, ya que dejándole en el mismo curso podemos hacer que pierda la motivación y vaya a peor. Pero claro , pasándolo podemos hacer que se confíe y siga en el mismo plan. Pienso que lo que podemos y debemos hacer es intentar que ningún alumno/a se nos quede atrás, porque todos pueden. Debemos dedicarle a cada uno/a su tiempo, implicarnos con cada uno/a de ellos, y darle a cada uno/a lo que necesita. Porque en eso consiste verdaderamente nuestro trabajo.
Con todas estas preguntas no pretendo ponerme ni a favor ni en contra de los exámenes, pero como futura maestra me encuentro un poco perdida en este tema..., es muy bonita la teoría, y el querer cambiar lo que falla, y por todo ello estoy dispuesta. Pero necesito hechos concretos, pautas... ya que pos suerte o por desgracia me ha tocado vivir en el método tradicional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario